Construcciones, plazas públicas y/o fuentes con más de 200 años de historia, situádas en el corazón del pueblo y creadas para el día a día de la población.
El Kiosko del parque se construyó en el año 1931, cuando la alcaldía la ocupaba el señor Ignacio Zabala. Es un elemento arquitéctonico hecho de piedra labrada, y con pilares traidas de fuera datadas en el año 1808. Hoy en día ha perdido su primera ubicación, y se encuentra en la mitad del Parque Zelaieta.
El Kiosko de Zornotza ha mantenido la función principal de todos los kioskos durante muchos años. Hasta la decada de los noventa ha sido utilizado para las actuaciones de orquestas, grupos de música y para amenizar diversas fiestas. Desde entonces, y debido a las peticiones de la moda actual, acoge diferentes eventos.
Se trata de una fuente de estilo neoclásico, creada en 1848 en la piedra jaspe de Ereño. El acabado de la columna contiene una estructura de piedra que se sitúa en la parte superior. Al mismo tiempo, tiene un pedestal de piedra de base plana, colocado encima de una piedra redonda.
En medio de la fuente, esculpido en la piedra, contiene una inscripción que nombra las reglas que debían de seguir la populación de aquella época:
Se Prohibe
El labar dar d beber
Al ganado y la entra
Da d toda clase de
Carros Pena de 8 R
Ano de 1850
La plaza conocida como Calvario hace referencia a las cruzes que hay allí. Como bien se puede leer en las inscripciones que posee del siglo XVIII, hace referencia a un via crucis levantado gracias a la donación de la zornotzarra Benita Zelaieta.
Según el arte iconográfica, el Calvario es un conjunto de dibujos utilizado para simbolizar la crucifixión de Jesús. Según la relijión cristina se trata del monte de Jerusalén donde crucificaron a Jesús. De este modo se utiliza una cruz o un conjunto de cruces llamado Calvario, para simbolizar ese pasaje que es parte del cristianismo.
Originariamente, se comenzó a utilizar como único cruce de caminos en las últimas décadas de la Edad Media. Aún así, siendo una escultura del siglo XVIII, en la mayoría de los pueblos de nuestro alrededor, se convirtió en un conjunto de cruces presente en todos los cruces de los pueblos. La razón de pasar de la cruz única originaria al conjunto de cruces radica en las caracterísitcas de los modelos artísticos de cada época.
En las primera épocas en las que se dibujó el calvario, entre la época gótica y del renacimiento, sucesivamente, se buscaba la simpleza y la elegancia del mundo clásico, mientras que en el modelo artístico del siglo XVIII, con el barroco, se buscaba el dinamismo, el adorno excesivo y la ser la mejor muestra de poder.
Casa del que fuera alcalde de Zornotza entre los años 1914 y 1017, Luis Urrengoetxea Agirre.
Fundada en 1927, es un claro ejemplo del eclecticismo reforzado en el final del siglo XIX y principios del XX. De esas casas que ha conseguido conectar con las características generales del eclecticismo, llevar a cabo una equilibrada mezcla de los modelos artísticos y plasmar la arquitectura de una forma elegante. Dentro del modelo ecléctico dibuja de una forma elegante los modelos de patriotismo vascos.
El Palacio de los Condes de Cancelada, es un claro ejemplo del clasicismo moderno para hacer frente al excesivo adorno del barroco en el siglo XIX.
Basandose en las pautas de racionalismo la intención de los seguidores de esta nueva muestra artística era recoger una vivienda única, equilibrada y semejante. Para ello, construyeron casas paralelepípedas, muy poco adornadas, estrechas y con materiales de piedra labrada solo en la parte delantera.
Así lo define el historiador Juan Manuel Cembellín:
El Palacio de lo Condes de Cancelada es una de las casas con más interés de Amorebieta-Etxano. Construida aprovechando construcciones anteriores. Su mayor éxito radica en la falta de adornos. Con cuatro plantas, nada impide su constante suave fachada. Además, los adecuados elementos utilizados en la parte delantera se encuentran en todas las paredes. Por eso este edificio supera la calidad media de las construcciones del siglo XIX.
El proyecto de construir este palacio se lo ordenó el abogado bilbaíno Rafael María de Villasante y Orue al arquitecto Castor Uriarte, en el año 1926.
Este siguió de cerca el modelo propuesto por los arquitectos de la época. El trabajo de hoy en día, en cambio, tiene diversas diferencias respecto a los planos originales. La mayoría de los cambios vienen de las novedades realizadas, debido a los desperfectos sufridos en la casa durante la Guerra Civil. Se quitaron los balcones de estilo barroco, se colocaron pináculos encima de las torres y se agrandó la altura del edificio, sumándole un tercer piso.
En cuanto a su estilo, sigue las pautas del eclecticismo del patriotismo cántabro.
Edificio con gran interés, ya que se trata de un claro ejemplo del clasicismo popular.
Con una planta rectangular, se divide simétricamente en cuatro pisos. Como podemos observar en los caseríos construido en los siglos XVIII-XIX, en su parte baja y delantera la casa se abre al exterior con un arco doble.
J. M. González Cembellín escribe lo siguiente: Parece que el dueño quiso hacer una casa elegante, pero sin dejar del todo de lado la agricultura.
El convenio de Amorebieta o convención de Amorebieta fue un acuerdo firmado, en el contexto de la Tercera Guerra Carlista, en Amorebieta (Vizcaya) el 24 de mayo de 1872. Por parte del Ejército de operaciones del Norte firmó el propio general Serrano, hasta ese momento presidente del gobierno de Amadeo I de España; por parte de los carlistas firmaron Fausto de Urquizu y Juan E. de Orúe, en su nombre y en el de Antonio de Arguinzóniz, todos ellos miembros de la Diputación á guerra del Señorío de Vizcaya.
El ofrecimiento del pacto se había efectuado por una carta previa de Serrano, fechada en Amorebieta el mismo 24 de mayo, y enviada a los negociadores carlistas.
La suerte de la guerra era desfavorable a los carlistas, que habían sufrido una grave derrota en la batalla de Oroquieta el 4 de mayo, lo que había obligado al pretendiente (Carlos VII) a volver a Francia.
El convenio adoptaba la forma de concesión de Serrano, en uso de las facultades extraordinarias de que se hallo investido. Preveía la entrega de las armas de los carlistas, y su compromiso de evitar nuevos disturbios y levantamientos, a cambio de un indulto generalizado, y la posibilidad de reincorporación de los militares carlistas al ejército nacional. También preveía el paso libre hasta la frontera de quienes no quisieran permanecer en España. La concesión política más sustancial, por cuanto reconocía el régimen foral para Vizcaya, era el compromiso de convocar las Juntas Generales de Guernica respecto a las exacciones de fondos públicos que pertenezcan o se relacionen con el Señorío.
Era obvia la similitud de las circunstancias de la negociación con el denominado abrazo de Vergara (29 de agosto de 1839) que puso fin a la Primera Guerra Carlista, y la pretensión de Serrano de emular a Espartero.
A diferencia de lo sucedido treinta y tres años antes, ninguno de los firmantes fue respaldado posteriormente por su bando. Serrano se vio obligado a dimitir al no obtener el respaldo de las Cortes ni el del rey (13 de junio); mientras que los tres negociadores carlistas fueron considerados traidores, incluso Arguinzóniz (que había rehusado acogerse a las medidas de gracia, saliendo hacia el exilio).
Tras una breve etapa de influencia francesa, se puso de moda entre la burguesía de Bizkaia de principios del s.XX un tipo de mansión inspirada en los cottages británicos. Las nuevas casas, más sencillas ornamentalmente, eran ahora más desarrolladas en su interior, y a la vez daban una gran importancia a su entorno más inmediato.
El arquitecto Rucabado proyectó el año 1910 para Canuto Basterra un edificio inspirado en esa moda, perfectamente identificable por sus miradores y ventanas, hastiales, chimeneas y por la combinación de la piedra, ladrillo y madera.
Actualmente está completamente rehabilitada y reconstruida y se ha transformado en un hotel.
Un trabajo que debemos enmarcar dentro del modelo renacentista. A pesar de ser construida después del bombardeo de 1937 (1940), se trata de una plaza porticada basada en las características del clasicismo de moda de antes del siglo XIX.
Como tradición, y al igual que en todo Euskal Herria, la plaza se sitúa en mitad del pueblo, en la zona que marca la salida de la mayoría de las calles. Al mismo tiempo, convertida en lugar idoneo para realizar trueques y relaciones de mercado. Es posible, también, que hasta hace poco el mercado de los domingos se realizara en ella. Un lugar magnifico para reunirse en torno al ayuntamiento.
La casa Irurena es un ejemplo de casa que se acerca al patriotismo reinante en los tiempos eclécticos.
Así, para los hermanos Cigaran, se trata de un edificio hecho en 1923 a dos viviendas, de un total aspecto santanderino que vemos en el Palacio López. A pesar de ello, por lo que al adornado respecta, está compuesta por temas diferentes, almenar ciego, agujeros góticos y del renacimiento, bordes barrocos y balcones de estilo neovasco, entre otros.
Gurasoen etxea la podemos enmarcar dentro de las construcciones neovascas, de las que guardan las mayores particularidades de los caseríos.
Creada en época de Franquismo, más concretamente en tiempos de la Guerra Civil. Fue una cárcel para mujeres y sus hijos durante los años 1928 y 1947. Más de 500 mujeres y niños de Euskal Herria y el Estado español pasaron por este centro penitenciario. Reunía a mujeres sin independencia de las cárceles de alrededor (en 1940 transladaron a 200 mujeres y 9 niños de la cárcel de Durango) y fue una de las paradas más famosas del camino hacia la cárcel de Saturraran (Mutriku).
Aunque actualmente se ubique aquí el colegio El Carmelo, la plataforma Ahaztuak 1936-1977 realizó un homenaje y colocó una placa en la entrada al edificio en memoria de todas las mujeres.